PENALES Y CLAUSURA

  • Frente a frente una semana después de la final de la Liguilla, otra vez los mismos para lo mismo. Huracán y Brown otra vez en una instancia decisiva, y casi los mismos nombres de un lado y de otro. Y también las mismas intenciones, aunque de arranque El Globo se paró en campo contrario y generó las primeras chances y fue obligando a que el trámite se vaya gestando de acuerdo al ritmo que imponía Walter Córdoba desde el medio. Fue Oviedo el que forzó la mejor atajada de Slaiman en el partido con un fuerte disparo al primer palo. Poco a poco, el Verdinegro fue entrando en juego, primero poniéndose el overol para trabajar el partido desde la zona que Quiroga y Ramos fueron apropiándose con el correr de los minutos, dejando que Claudio Sumich desde la derecha tuviese cada vez más libertades para encarar el arco rival, siempre entre ceja y ceja. En su primera incursión ofensiva le entregó a Pelegrini un cheque en blanco al que el 7 no supo sacarle rédito. Luego Peñaloza amagó para uno y otro lado hasta encontrar un resquicio para su zurda, y Espíndola supo conjurar el peligro como ante Santi Maurici que intentó vulnerarlo con un disparo al primer palo. Recién sobre los 32’ pudo el Verde establecer la ventaja por la que ya había hecho meritos suficientes, cuando Sumich cortó camino de derecha izquierda sorteando piernas rivales hasta hallar el claro para sacar el latigazo de zurda. Pudo Pelegrini aumentar, pero ese primer capítulo se cerró sin mayores incidencias. La segunda parte, se jugó con más nervios: algunos roces, miradas rapaces y el alma en capa pelota, pese a que el calor hizo mella y empezaron a aparecer los primeros síntomas de cansancio, haciendo un partido más abierto, con defensas menos sólidas y apelando a gestos heroicos, siempre al limite. En ese contexto, se hicieron gigantes las figuras de Mariano Sumich por el lado de Brown, y de Carlos González en la vereda de enfrente. El Colo empujó a su equipo a ir por más y pese a que El Globo provocó situaciones para igualar, a los 18’ de esa segunda mitad, Pelegrini marcó el 2 a 0 y reinó la sensación de causa cerrada. Sin embargo, Huracán encontró en los cambios que hizo Raúl Oviedo, una claridad que hasta allí no había mostrado. Layus y el Zurdo Casas le dieron mejor destino a cada pelota, y Cesar Pérez supo fabricar infracciones cerca del área y fue peligroso cada vez que encontró espacios para encarar. Con el empate en dos, llegó el alargue y con el alargue otra distracción defensiva y Fede Oviedo más filoso que nunca sacó un disparo que un poco centro un poco al arco, acabó por colársele a las espaldas de Slaiman que al caer tras la estirada ayudó a que la bola se meta. La suerte le dió la espalda al 1 en un momento crucial y los aires de hazaña se mudaban de banco para encontrar un lugar entre Oviedo, Peralta y Ríos. Pero la justicia poco a se ha embarrado las patas en los potreros, y tras el error de Zaffaroni al anular un nuevo tanto Quemero, Brown salió a vender cara su última vida y encontró en la frente rubia de Sumich una igualdad que obligó a los penales. Allí Brown acertó uno más y tras la conversión final de Tito Franco, se trepó a un festejo catártico, sin empañar jamás el honor de Huracán, que dejó todo incluso hasta en el abrazo final entre ambos equipos, coronando un cierre emotivo

Comentarios

Entradas populares de este blog

NOS TRASLADAMOS A FACEBOOK